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lunes, 17 de julio de 2017

Mentiras sobre Hitler



Fig.1. Hitler y Eva Braun, con sus perros.


Mentiras sobre Hitler 
por Nacho

La primera vez que leí algo sobre Adolf Hitler venía a decir, más o menos, que el Canciller del Reich se lanzaba al suelo a morder alfombras cada vez que se encontraba nervioso ( "teppichfresser"). Han transcurrido más de 30 años y el panorama, lejos de mejorar, se encuentra inmerso en el caos. Si ahora mismo busco el nombre de “Hitler” en las noticias de Google, entre otras lindezas, puedo leer que el plato favorito de Hitler era la paloma rellena. Otro “clásico” resucitado cada cierto tiempo también está de actualidad, esto es, que el Führer solo tenía un testículo. Esto solamente en cuanto a “chascarrillos” se refiere. No digamos ya en el aspecto más importante, sobre la realidad histórica. 

En estos más de 30 años, las cosas han cambiado… a peor. En 1983 se fue publicando por fascículos una biografía de Hitler que fue profusamente anunciada por los medios de comunicación. El primer fascículo incluía un “dossier privado” que contenía una reproducción del pasaporte militar del Führer, fotos “prohibidas” de las hermanas Braun, un retrato, un gran póster de Hitler, reproducciones de acuarelas pintadas por Hitler etcétera. Bien, 30 años después esto sería impensable. ¿Qué ha ocurrido en este lapso de tiempo? Básicamente que los medios de comunicación han alimentado el “fenómeno Hitler” hasta límites que rozan la obsesión y la incomprensión. 


Fig. 2. Hitler y los niños.

El resultado es que, prácticamente todo ser humano occidental conoce la figura de Hitler mejor que cualquier otra. De hecho, si preguntas a un adolescente si sabe quién fue Hitler te dirá que sí, más o menos que fue una especie de demonio en la tierra. Sin embargo, ignora quién fue Churchill 



Fig. 3 . La foto "parece" de Churchill. En realidad es de Aleister Crowley, la persona mas malvada del siglo XX,  alias Frater Perdurabo y The Great Beast 666. Influyente ocultista. Curioso el  parecido....¿o no?.


o Stalin, por ejemplo.


Fig. 4. Ficha policial de "Padrecito Koba", alias Stalin.


 El matiz es importante. El “fenómeno Hitler” (permítaseme la expresión) se ha desbordado tanto que ya resulta casi imposible dominarlo. Todos ofrecemos nuestra opinión al respecto y nos basamos en nuestras lecturas o influencias. Y, yo no digo que esto sea negativo. El debate siempre es bienvenido. Solo que con Hitler tenemos fuentes envenenadas. Esas fuentes nacen al mismo tiempo que Hitler inicia su carrera política. El “fenómeno Hitler” coincide con el periodismo de masas (y no digamos ya en la era de Internet) y el siglo de las ideologías, el siglo XX. En medio de ese panorama debemos comprender que la difamación y las verdades a medias campan a sus anchas. También debemos entender que la sociedad en que vivimos es la vencedora de Hitler. Por tanto, es comprensible que esa sociedad se defienda.

 Sin embargo, dejando el evidente lado ideológico, no creo que se pueda disculpar el hecho indiscutible de mentir sobre la historia, incluido Hitler, y además ganar dinero con ello. El derecho del “consumidor” a recibir una información veraz debe primar. A la hora de mencionar a Hitler se emplean tantos adjetivos que resulta imposible hacerse una idea objetiva del personaje y de la historia. Debemos diferenciar claramente lo que fueron los hechos, las suposiciones y las opiniones personales. El sentido común también es muy importante. De hecho, el sentido común nos dice que es imposible atribuir a Hitler hechos incompatibles entre sí. Uno de los problemas es que se dan por válidas las sospechas y los indicios.

 ¿Qué tenemos entonces sobre la figura de Hitler?: mentiras y más mentiras. La mentira es el punto de partida. Cualquier “acusación” que sirva de punto de partida para un estudio de Hitler, es válida. Por ejemplo, se plantea la supuesta homosexualidad de Hitler y se escribe todo un ensayo sobre ello. El problema radica en que se elevan los indicios y las sospechas al nivel de acusación y lo convierten, durante el tiempo que dura la promoción del trabajo, en una afirmación digna de ser creída. Pero solo tenemos eso, indicios y sospechas. Y esta gallina de los huevos de oro que es Hitler no deja de alimentarse a base de eso mismo. 

Y, sin embargo, reconozco que Hitler me interesó desde un principio incluso leyendo solamente publicaciones digamos, fantasiosas. El amante de la historia y de la verdad, es capaz de intuir que lo que está leyendo no es de fiar. En general, si un libro carece de fuentes, no podemos fiarnos en absoluto, aunque estemos de acuerdo con lo que leemos. Existen fuentes, aún utilizadas, que datan de la misma época de Hitler. Esas fuentes son básicamente de enemigos de Hitler, como Hermann Rauschning, cuyas falsas confesiones íntimas de Hitler se han incluido en numerosas biografías y ensayos sobre el Führer. El historiador Trevor-Roper tuvo que reconocer que fue un error suyo usar las fuentes de Rauschning. Fue David Irving quien aseguraba que acudía a los archivos y a las fuentes originales, en lugar de recurrir a libros ya escritos y hacer un refrito.

 En muchas ocasiones me han preguntado por alguna biografía “fiable” sobre Hitler. No creo que la haya. A parte de una biografía propiamente dicha, con Hitler existen innumerables subgéneros, como el militar, el íntimo, las conspiraciones… personalmente me han gustado siempre los libros escritos por sus colaboradores más cercanos, aunque también se debe tener prudencia. Por ejemplo, el libro de una de sus secretarias, Christa Schroeder,



Fig. 5.  Biografía de la secretaria de Hitler. C. Schroeder.

 fue convenientemente manipulado en las traducciones y escrito en condiciones adversas y poco objetivas. Sin embargo, son muy recomendables los libros de su amigo de juventud, Kubizek,



Fig. 6. Kubizeck, amigo de juventud.El que mejor le conoció, no sacó dinero con él, ya que sulibro ( 1953), practicamente no le reportó beneficios por su  muerte tres años mas tarde.Pero si es un libro bastante fiable y apolítico. "Hitler, mein Jugendfreund" ( Mi amigo de Juventud)

 de su fotógrafo Hoffmann, las del piloto Hans Baur y las de Hanna Reitsch, las memorias de Emmy Göring o las de Traudl Junge , éstas últimas interesantes, aunque editadas tras el éxito de la película El Hundimiento. En ellos vemos a un Hitler “humano”. Es ese lado humano el que más me ha interesado de Hitler. Y realmente existe mucho “material” para estudiar a Hitler por ese camino. 

También me resultaron interesantes los interrogatorios a los líderes nacionalsocialistas encarcelados tras la guerra. Por el lado americano se publicaron los interrogatorios, de Richard Overy. Por el lado soviético, tenemos El Informe Hitler, recogido por Henrik Eberle y Matthias Uhl.



Fig. 7. Portada  del libro "Memorandum", escrito especialmente para Stalin. Muy interesante.

Evidentemente, con la prudencia que se debe tener al leer algo que fue extraído mediante interrogatorios y con la soga casi al cuello.

 De todas esas obras, no todas de fácil acceso en el mercado español, se pueden extraer estudios sobre Hitler muy interesantes. Normalmente mi método ha sido contrastar los acontecimientos mediante las explicaciones dadas por esos colaboradores de Hitler. Es interesante comprobar cómo obtenemos información muchas veces radicalmente opuesta a la, digamos oficial. 

Otra obra de la que el blog se ha nutrido en abundancia han sido las famosas “Conversaciones sobre la Guerra y la Paz”. Aunque reeditadas en España hace no muchos años, las conversaciones privadas de Hitler tampoco están exentas de polémica. Las conversaciones fueron recogidas por dos taquígrafos, uno escribía en primera persona y el otro en tercera. Tras la guerra, un financiero suizo, Genoud, consiguió la transcripción de las conversaciones. Hasta que se hizo con ellas, fue la esposa de Martin Bormann quien las conservó. Primero fueron traducidas al francés y, de esa traducción, directamente al inglés. Del inglés fueron traducidas al español, por lo que podemos imaginar las variaciones que existen. No fueron muy bien traducidas. Se unificaron estilísticamente y contienen muchos errores. Por tanto, no existe una traducción fiel al original alemán. En España aparecieron en 1954, editadas por “Luis de Caralt”. La edición estaba censurada en parte, ya que se eliminaron las alusiones de Hitler a Franco y su política. La reedición del año 2004 de “Ediciones Crítica” es una reimpresión y apenas tuvo unos cuantos retoques. La editorial colombiana “Solar” tiene una edición en dos volúmenes, que es la que he utilizado, aunque es prácticamente idéntica a la española. Es más, la edición colombiana incluye exactamente las mismas fotografías que la española. Por tanto, cada vez que contamos con una declaración de Hitler extraída de estas conversaciones, debemos actuar con una cierta reserva.

 Con todo, siempre he dado valor a las “Conversaciones”. Es, indudablemente, es el estilo de Hitler. He extraído frases de esa publicación a menudo. Por supuesto, soy consciente del peligro de extraer frases descontextualizadas. Pero ello ayuda al estudio de Hitler. Por ejemplo, en una ocasión Hitler afirmó estar en contra de la pena de muerte. Una afirmación de ese tipo me parece importante para comprender al personaje en toda su magnitud.

 Las biografías digamos oficiales, las que han terminado recibiendo el consenso de los historiadores, nos resultan útiles pero todas están escritas con un estilo, digamos, poco amistoso. Me refiero a las biografías de Joachim Fest, en menor medida John Toland. El último biógrafo “oficial” ha sido Ian Kershaw,

Fig.8 San Ian Kershaw, próximamente canonizable.
Obsérvese el halo de santidad sobre su cabeza....


Su estilo es muy molesto. Es comprensible que el autor nos muestre su opinión pero lo cierto es que al final los rumores se confunden con los hechos. El estilo de los biógrafos de Hitler siempre es irrespetuoso y llegan a resultar muy desagradables los adjetivos maliciosos. Muchas personas me preguntan cómo soy capaz de leer a autores contrarios a Hitler pero lo cierto es que hay que hacerlo, no queda otro remedio. Tampoco podemos negar el valor histórico de estas obras. Son imprescindibles, a pesar de estar escritas con ideas preconcebidas.

 El género del ensayo sobre Hitler ya es otro cantar. Normalmente estos libros siempre terminan traducidos a nuestro idioma porque se trata de un género muy rentable. Un ejemplo lo tenemos en el libro de Lothar Machtan “El secreto de Hitler” en donde el autor pretendió demostrar, sin éxito y rozando el ridículo, que Hitler era homosexual. El filón de Hitler es inagotable. Cada dos por tres tenemos nuevas noticias sobre Hitler más ridículas, como que tenía halitosis, que era un maleducado comiendo, que era masoquista, que en realidad fue un cobarde en el frente durante la Primera Guerra Mundial, que tenía una dentadura horrenda, que olía mal… cualquier idiotez es digna de un libro y de ser comentada en las redes sociales y foros. La vida íntima de Hitler, por más que él nunca quiso airearla (¿por qué iba a hacerlo?) interesa más a nuestra sociedad que la de Roosevelt, Churchill o Stalin.


Fig.9. Libro descatalogado. E intenten buscar las conversaciones secretas entre Churchill y  Mussolini.

 Siempre he pensado que quienes derrotaron a Hitler no podían haber tenido peor política que la de hablar de él, aunque solo fuera para mal. Si realmente hubieran querido derrotarlo definitivamente deberían haberlo ignorado. Sin embargo, la obsesión por Hitler no tiene límite. El resultado es que Hitler sigue vivo, cada día alimentado por nuevas estupideces sin trascendencia. 

El hecho de que Hitler sigue siendo “rentable” lo tenemos en el éxito obtenido recientemente de la novela “Ha vuelto”, que sitúa a Hitler en el Berlín actual. Todo un éxito de ventas que ha motivado la correspondiente película. Sin embargo, en ocasiones es inevitable tener que comprar alguno de estos libros. Por ejemplo, si queremos conocer las cartas que los alemanes enviaban a su Führer, tenemos que comprar el libro “Cartas a Hitler” de Henrik Eberle, que incluye cartas ilustrativas. Lo mismo, si queremos saber qué leía Hitler, tenemos que comprar el desagradable libro de Timothy W. Ryback “Los libros del Gran Dictador” ( en inglés  se publicó como " la biblioteca privada de Hitler", pero había que  hacer caja y darle un t´´itulo más siniestro). Sin embargo un autor español, Juan Baráibar Lopez, escribió un libro bastante más respetuoso llamado “Libros para el Führer”. 


 Fig. 10. Libro de Baráibar López .


Mucho se habla del misterio que envuelve la figura de Hitler. Los interrogantes sobre su persona son en muchas ocasiones fruto de nuestra actualidad social más que de la histórica. Y, sin embargo, sobre Hitler lo sabemos casi todo. Casi no existe día en la vida de Hitler, sobre todo a partir de la toma del poder en 1933 hasta su muerte en 1945, que no esté documentado. La Alemania del III Reich quedó, digamos, abierta de tripas para su estudio. A partir de ahí, cualquiera puede hacer suyas teorías varias de conspiración, o supuestas fugas a Sudamérica. Y, como con todo en la vida, cada cual se asienta en la teoría que le viene mejor a su personalidad. Sin embargo, la verdad absoluta de la historia es solo una. Que la historia la escriben los vencedores es el principal argumento para defender a Hitler de acusaciones falsas. Las heridas de guerra siguen abiertas. 

Así pues, de Hitler podemos esperar todo. Otra cuestión es que el público al final solo conozca los habituales tópicos. Con todo, podemos encontrar trabajos interesantes, como “El Hitler de la Historia” de John Lukacs, en donde el autor repasa a los principales biógrafos de Hitler. 

El psiquiatra español Juan Antonio Vallejo-Nágera, en su célebre “Locos egregios” ya se percató, en 1976, del “fenómeno” Hitler. Por entonces, la biografía de J.Toland llevaba cuatro ediciones y el mismo Vallejo-Nagera tuvo que esperar “interminables” colas para subir a la casita de Hitler en Berchtesgaden. El psiquiatra habló de “Hitler-manía” o “Hitler-nostalgia” “que se está dando en gentes que racionalmente detestan la figura y obra del dictador,pero que de modo incongruente con sus ideas quedan prendidos en una extraña fascinación por su persona”. 


Y al final uno descubre que “no está solo”. Se produce una especie de “salida del armario” de personas que, sin ser necesariamente nacionalsocialistas, no desean hablar sobre Hitler a base de tópicos.  Aun hoy la prensa y los historiadores se preguntan “cómo fue posible” que algo así ocurriera en Alemania, como si la historia de la humanidad fuera un paraíso en el que solo Hitler instauró la crueldad. Porque “la extraña fascinación” de Hitler en la actualidad es una fascinación por lo tenebroso, por la maldad del ser humano. Y, sin embargo, existió otro Hitler, humano al fin y al cabo. Ese lado humano de Hitler es el que me ha interesado. Me resulta más interesante la relación de Hitler con la música, la religión, los trenes, los coches, los aviones, la arquitectura… existe “material” para largo. 

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